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«Que nada te turbe... ¡Sólo Dios basta!».

 

«Que nada te turbe, que nada te asuste, todo pasa, Dios no cambia, la paciencia lo consigue todo; al que posee a Dios nada le falta: sólo Dios basta.

 

Eleva tus pensamientos, sube al cielo, no te turbes por nada, que nada te turbe. Sigue a Jesucristo con un gran corazón, y pase lo que pase, que nada te asuste.

 

¿Ves la gloria del mundo? Es una gloria vana; no hay nada estable en ella, todo pasa.

 

Aspira a lo celestial, que dura para siempre; fiel y lleno de promesas, Dios no cambia. Amadle como se merece, inmensa Bondad; pero no hay buen amor sin paciencia.

 

Que la confianza y la fe viva sostengan el alma; quien cree y espera todo lo obtiene.

 

Aunque le asalte el infierno, frustrará sus favores, el que posee a Dios.

 

Aunque sufra abandonos, cruces y desgracias, si Dios es su tesoro, nada le faltará.

 

Vete, pues, bienes mundanos; vete, placeres vanos: aunque lo pierdas todo, sólo Dios te basta.

 

Así sea.

 

 

 

Santa Teresa de Ávila (1515-1582)

 

 

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